Por Rocío

El trabajo sigue fuerte y continuo a 5 semanas del espectáculo LA VENDERDORA DE FÒSFOROS. Este fin de semana anterior estuvimos trabajando con la escena del mercado, reuniendo a dos de los grupos que participan en “La venta” para tratar de entender cómo funciona y cuál es el lugar de cada cual, de manera que los personajes vayan adquiriendo forma y encontrando su lugar en cada una de las escenas.

El trabajo simultáneo con varios grupos siempre requiere un poco más de paciencia y a veces, con la presión del tiempo encima y mi necesidad personal de perfección en todo lo que hago, es más fácil que me saquen de las casillas y termino siempre más ronca de lo normal.

Sin embargo, al mismo tiempo es un espacio que se disfruta diferente porque son pocas las oportunidades durante el año en que todas y todos estamos juntos y entonces el ensayo se convierte en un mercado de verdad: risas, saludos efusivos, barullo, chismes… en realidad lo único que falta es la mercancía para vender.

En la historia que estamos recreando, “La venta” requiere además de una energía particular, debido al palo flamenco que empleamos (bulería) para mostrar un mercado. La condición física debe ser la adecuada para mantener el ritmo arriba sin descomponer la línea del cuerpo, y sin descuadrar los zapateados, de forma que a pesar de la velocidad el cuadro que se observe sea limpio y claro. Esto es todo un reto sobre todo porque la rapidez y nitidez en los pies cuesta bastante y porque es necesario transmitir ese color especial de la bulería, que cuando se está tan lejos del ambiente flamenco, exige borrar del cuerpo la historia musical tropical y reescribir una nueva que exprese los sentimientos de formas completamente diferentes a las que estamos acostumbrados.

Para la vendedora de fósforos, está el reto adicional de incorporarse a las actividades del mercado de dos maneras distintas. La primera en la posición de vendedora ambulante, un poco con la sensación de desesperación al darse cuenta que no puede vender nada. Pero por otro lado, se integra en las juergas, en los chismes con las vendedoras, olvidándose por un momento de su situación personal y permitiendo que toda esa marea de colores y sensaciones la inunden por completo, dejándola disfrutar a plenitud de los bailes en la placilla del mercado.

Así dentro de esta alegría particular que genera “La venta” en el espectáculo, no se debe olvidar el fondo de la historia de Hans Christian Andersen, donde la indiferencia ante la situación de pobreza termina con la muerte de la vendedora de fósforos. Una de las letras de la bulería nos lo recuerda: “ Y yo vendo en el mercado fosforitos, y la gente está contenta y no me nota, pasa el tiempo y la noche va llegando, y no vendo ni un poquito, ahora, ahora, ahora”.

Como una forma especial de no ser indiferentes ante este tipo de situaciones, este año vamos a dar un regalo de Navidad especial al Hogar del Adulto Mayor Alcohólico e Indigente, ubicado en Tirrases de Curridabat. Allí viven alrededor de 55 abuelitos, que tuvieron una infancia y una vida en general difícil, y que por su condición de alcoholismo e indigencia, muchos están en situación de abandono por parte de su familia. Este hogar subsiste de lo que las manos y corazones generosos les compartan. Las necesidades son muchas, pero conversando con el administrador, las toallas de baño y la ropa de cama son urgentes. Por eso la familia Al Andalus tomará un porcentaje de las entradas del espectáculo que con tanto cariño y esfuerzo estamos preparando, para destinarlo a la compra de este regalo de Navidad. Cualquier otra persona que desee colaborar o tenga alguna idea interesante que desee compartir con nosotros, es bien recibida.

Y así vamos a 5 semanas, cargando muchas pilas, con el ánimo muy muy arriba y agradeciendo por cada día que tenemos para compartir y disfrutar no sólo este arte tan maravilloso del flamenco, si no la amistad que nos mantiene desde hace muchos años. Así que: a seguir trabajando!!!