Por Naty

Esa es una de las líneas de la novela “La Joven de las Naranjas”, en la cual nos inspiramos este año para crear “Naranjas y Limones”.  El libro fue leído primero por Alicia, luego por Rocío y por último por mí, hace ya unos 5 meses. A partir de él Rocío escribió el guion de este espectáculo y luego entre las 3 y Sylvia lo ajustamos.

En el momento en que lo leí estaba pasando por una situación particular y quizás por eso no pude apreciarlo en toda su dimensión. El flamenco siempre ha estado presente en esos momentos difíciles de mi vida. En realidad casi en todos, los felices y los dolorosos, pues hemos estado juntas por 22 de los 30 años que cumpliré este diciembre. La academia es mi refugio y mis compañeras como mis hermanas.

Este año pensé que no iba a bailar, pues por compromisos laborales y académicos tuve que dejar de ir clases. Parece mentira, pero algo que pareció tan simple resultó siendo muy duro, a pesar de que igual me quedaba dando lecciones los viernes. Quizás lo fue aún más por ese momento complicado por el que estaba pasando.

Dichosamente por ahí de junio hice un cambio y pude reincoporarme para ir los miércoles a clases. Bailar, pensar en otra cosa y compartir con mis amigas me hacía bien. Y cuál va siendo mi sorpresa cuando descubrí que, además, la letra del fandango que estaban montando decía “Flamenco, yo no sé lo que haría, si no existiera el flamenco”.  Me vino apenas. Y por dicha lo voy a poder bailar, porque si no “de pena me moriría”, como dice esa canción.

Hoy las cosas son un poco distintas al momento en que terminé el libro. El tiempo ha pasado. Veo la historia y la puedo entender aún más y dimensionar su profundidad en medio de su aparente simplicidad. Gaarder nos habla de la vida desde la muerte misma, del amor de un padre por su hijo y su esposa y del dolor que le provoca saber que morirá y los dejará. Pero más allá de eso, nos pone a pensar que la vida es un viaje y en qué es lo realmente importante al pasar por ella. I think this is the cheap hunting crossbow for beginners. Y en que a veces simplemente hay que dejar que el tiempo pase para que los nudos de la vida se deshagan… Esperar, “despacito”, con paciencia, como me decía Yío cuando me sentía mal. “La espera”, es precisamente una de las parte del guion que bailan mis “hijas”, como les digo a mis alumnas del grupo de los viernes. Por garrotín… preguntándole al sombrero, como dice esa tradicional letra. “Mi sombrero te dirá las malas noches que paso…”

¿Elegirías nacer, y conocer la vida en toda su intensidad sabiendo que quizá sea para permanecer sólo un instante en ella? o ¿rechazarías la oferta?”, es la pregunta que el padre le hace al hijo en el libro. Por más que nos morimos de dolor cuando las cosas terminan, yo creo que sí vale la pena. Porque por un segundo de felicidad verdadera bien vale la pena una larga espera. Así lo veo ahora.

Este domingo empezaremos los ensayos generales de toda la academia. Siento curiosidad por ver cómo se amalgama cada partecita en todo el conjunto, y cómo se termina de escribir el guión, que como en una película o un libro, sucede cuando se edita; en nuestro caso la edición son esos ensayos generales. Son días cansados pero hermosos, en los que recordamos por qué hacemos estas locuras todos los años. Este 2013 tenemos una linda historia que contar, estoy segura de que les moverá muchas fibras a quienes nos acompañen, así como me las ha movido y me las sigue moviendo a mí.

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