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“ El  flamenco tocó mi puerta y yo le pido a Dios que bendiga el flamenco”

Por Rocío.

Nació en 1969, “en la cuesta de enero y a mitad de quincena… cuando no hay plata para nada”. Hannia Amador Mesén, nuestra diseñadora de vestuario, nos comparte su historia en este mes marzo, diez años después de haberse integrado al equipo Al Ándalus. Los diseños que han pasado por sus manos y por su máquina se han lucido en los más importantes escenarios de Costa Rica, incluyendo por supuesto el Teatro Nacional y el Auditorio Nacional.

Pequeñita, sencilla, amante de los animales, muy sensible (aunque ella diga que no), muy exigente con su trabajo, siempre dispuesta a solucionar, ha sido mi compañera de camino y ha vestido a Al Andalus durante todos estos años.

En este mes en que se reflexiona sobre la Mujer, decidí hacerle esta entrevista que resultó más en una conversación de cómplices, en la cual sonreí mucho, pero también tuve que contener las lágrimas en ciertos momentos. Aunque su humildad no le permite reconocerlo, ella es un ejemplo de ganas, fortaleza, perseverancia, sueños y superación.

Como si fuera una cajita de tesoros que abro con cuidado para mostrar lo que guarda su interior, escribo por acá lo que conversamos y le agradezco el haber decidido compartir su historia.

¿Cuándo empezó a coser, por qué empezó en este oficio?

Yo no fui al colegio. Aprender a coser era la única opción en ese momento. Empecé a coser a los 12 años, al salir de sexto grado. Primero iba donde una muchacha, luego donde una tía postiza que sabía mucho. Iba con ella, veía lo que hacía y luego venía a la casa y lo practicaba. Pero yo siento que aprendí de verdad cuando empecé a trabajar en eso.

 

¿A qué edad empezó a trabajar con las costuras?

Yo tenía 16 años cuando me tocó salir de mi casa. No sé, creo que empecé como a los 14 años. Mi mamá le planchaba a la vecina y le presumía de que yo hacía vestidos de chiquita muy bonitos. Entonces la señora tenía un taller de costura y le dijo: yo necesito a alguien que le guste coser. La muchacha vino a traerme y me hizo una prueba por tres días. Me enojé mucho porque me soltó una cosa tres veces que yo ví que estaba bien hecha. Si me lo suelta es porque no le gusta mi trabajo. Se me subió el apellido y no volví. Pero vino a buscarme otra vez y me dijo que yo no sabía nada pero que tenía “aire” y que ella me podía pulir.

Ahí aprendí pero trabajando. Trabajé como tres años. Ella era una persona muy dura, pero yo la quiero mucho, la veía como una escuela. Nosotros amanecíamos cosiendo y yo pensaba: todo lo que aprenda aquí me va a servir para el futuro. Para mí era una felicidad que ella me enseñara a hacer cosas. Trabajé ahí hasta pasados los 16 años cuando se me volvió a subir el apellido, porque un día terminé el trabajo que me dejó y salí media hora más temprano para arreglarme, porque estaba de aniversario de novios y ella se enojó conmigo. Yo amanecía cosiendo y me dolió mucho. Se me subió el apellido, agarré mis petates y me fui. Yo ganaba 4mil colones por quincena, le pagaba 2mil colones a mi tía (lugar donde vivía), mil para los pases y mil para la señora que me vendía los almuerzos. Fue un tiempo muy difícil. De los 16 años hastalos 24 cuando me casé, fue sobrevivir, esa es la palabra sobrevivir. Mi hermana y yo nos prestábamos los zapatos, la ropa, el reloj, dos días ella el reloj, dos días yo. Viera cómo vacilamos ahora con eso. Por eso quiero mucho a mi hermana.

Luego de este trabajo de tres años ¿llevó clases de costura?

Nunca he llevado clases de costura en mi vida.


¿Cuándo compra su primera máquina de coser?

Luego de este trabajo tuve otro con una señora en San Juan (de La Unión) que me dijo: ¿por qué no juntamos lo que usted sabe y lo que yo sé y trabajamos juntas?. Ella tenía un taller bien montado con máquinas y todo. Yo no tenía nada. Ahí me animé más a tirarme a pista. Terminé de aprender, me hice la clientela. Pero con ella igual se me subió el apellido (se ríe mucho), porque yo sentía que trabajaba y trabajaba y ella no pasaba tiempo en el taller. Le agradecí mucho pero me fui para mi casa. Entonces compré mi  primera máquina de coser a un polaco, aunque me costó el triple, pero era para lo que me alcanzaba, porque eran pagos de mil pesos por semana. Las clientes se vinieron conmigo.


¿En qué año empezó a coser para flamenco, para  Al Andalus?

No tengo la menor idea. La primera vez que yo les cosí fueron solo las faldas negras, luego ya fueron aquellas blusitas que eran “dis” que en tallas (y ambas tratamos de recordar y caemos en cuenta que este año se cumplen diez años). ¡Qué montón! No lo he sentido.

Yo andaba con el centímetro al cuello, iba para la pulpería y Ud. estaba haciendo algo en el patio frente a su casa. Me preguntó: ¿Ud. cose? Respondí: Bueno digamos. Y Ud. me dijo: ¿y no me haría una falda de flamenco?. Y yo le dije: Bueno si Ud. me da una yo se la copio. Me dio una y yo se la copié, pero una. Entonces Ud. me dijo: Ahora sí, hágame tantas. Yo no recuerdo la cantidad pero eran muchas. En mi vida había cortado una enagua de flamenco.

Me fui donde mi prima que cose y ella me enseñó a sacar la campana completa, pero no me supo enseñar cómo hacer los vuelos de abajo. Los hice muy poco volados, porque ella me mostró de manera que la tela rindiera, pero no para que quedaran como debe ser. Ud. me dijo que los vuelos no podían ser así y me explicó. Al final tuve que arrancar los vuelos y volver a pegarlos. Tiré todas las faldas en el sillón, lloré toda la noche, pero al día siguiente entré al taller y las arreglé.  Ayer estaba viendo un tutorial de flamenco y pensaba: ¿por qué no estaba esto cuando yo empecé?. Todavía tengo guardada una de las muestras de las primeras blusas rojo con negro que les hice, eso fue lo segundo, eran por tallas.

 

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En todos estos años de coser para Al Andalus, ¿qué es lo que más le ha  gustado?

Ayer hablaba con mi hija sobre esto. En la parte personal me ha dado mucha seguridad y mucha confianza, porque ahora hago cosas que en mi vida jamás me imaginé haciendo. Mi autoestima ha mejorado. Yo soy muy “cobarde”, muy miedosa. Me ha ayudado a animarme, a superarme. Y en lo laboral…imagínese (y le brillan los ojos). Cuando yo veo el vestuario pienso: ¿yo hice eso?

Nunca se me olvida cuando hicimos (siempre me habla como si yo también cosiera y no paso de pegar un botón), los primeros vestidos blancos (para Contigo Andalucía en Teatro Nacional 2009), la primera vez que se estrenaron, cuando todas se pusieron a saludar en el borde yo pensaba: ¿Dios mío yo hice todo eso? ¡Todavía no me lo creo! Un día de estos estaba viendo la Revista Perfil donde está la primera bata de cola que yo le hice a Ud …qué vacilón, en mi vida me imaginé hacer una cosa de esas.

 

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¿Qué ha sido lo que menos le ha gustado o lo más difícil en estos diez años?

Las idas a tallar a la academia son frustrantes para mí. Ya no tanto, porque antes iba en un mar de nervios. Pregúntele a mi marido: yo tomaba pastilla para los nervios, para la colitis, para la gastritis, terminaba con una migraña… Al principio les tenía mucho miedo y yo tan acomplejada que soy. Muchas personalidades. Pero así como me topé con personas difíciles, me topé con otras como una Noelia o una Rebeca, que fueron de mis primeras amigas en flamenco, que me dieron confianza, me decían: “ Ud sí puede, Ud. sí lo hace bonito, Ud. esto y lo otro”. Entonces una con otra.  Ahora ya no me da tanto miedo porque he aprendido que todo tiene solución, algo de tallar o arreglar. Pero me da miedo de no saber cómo quedarle bien a todas las personas o miedo a no saber cómo hacer las cosas.

 

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Flamenco. ¿Cómo lo describiría?

Yo no sé, yo estoy enamorada del flamenco. Las envidio. Las envidio bailando porque me gustaría sentir lo que sienten cuando bailan. Las veo como una familia a las chiquillas. El otro día le decía a Yorleny que yo disfruto el flamenco tanto como Uds. pero de diferente manera. Porque digamos, cuando hago un vestido me lo imagino bailando en el teatro. Me lo imagino en movimiento, esa es mi ilusión.  Yo le decía a Yorleny: Aunque Ud. no lo crea estoy bailando ahí con todas, no en cuerpo, pero estoy bailando.

Tengo esa manía: hago una manga, me la pongo y me imagino moviéndome. Hago un vestido y me lo imagino moviéndose. Eso fue algo que me enseñó mi primera jefa: “Ud. tiene que sentir la costura”. Ella se ponía siempre lo que hacía, me decía que tenía que imaginármelo puesto en la persona, porque si no, no se cose con amor. Esas son las cosas que yo le agradezco a ella. Me enseñó a coser de corazón.

Con el flamenco yo lo siento así. Mis amigas dicen que estoy loca. Yo creo que hay quienes lo sienten y quienes no. Yo me pongo a ver una Vivi o una Noelia, el porte de “yo soy flamenca”, me gusta verlas.  Las chiquillas han ido evolucionando y yo también. Ahora veo un vestido y antes jamás, pero ahora lo veo y digo: eso yo lo puedo hacer (sonríe), más matona.

 

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¿Cómo se inspira para los vestidos?

¡Ay no lo sé! Este año estoy muy inspirada. Estoy como volando. He pasado viendo muchos videos. Los grupos me inspiran, las coreografías, yo quiero hacerles algo a ellas para que brillen en su 25 aniversario, que se vean así como se ven las famosas. No sé ni cómo describirlo. A mí me encanta ir a tallar, tomar medidas,  porque veo los bailes y me imagino cómo se verá el vestuario. Tal como el vestido rojo del año pasado. Las chiquillas me decían: imagínese esta abertura en este paso, entonces de verdad, cuando estaba haciendo el vestido me las imaginaba bailando esos pasos. Me inspiro viendo el baile, o no sé, porque nunca me había puesto a pensar en eso.

Nochebuena 2

 

Aparte de flamenco, ¿qué otra cosa le gusta mucho, otra faceta de su vida?

Nada. Sinceramente se lo digo. Yo dedicada a mi familia. Siempre haciendo para los demás en vez de pensar en algo que yo quisiera. Y siempre como que no hay tiempo ni plata para las cosas que la mamá quiera hacer, sólo hay plata y tiempo para lo que los hijos quieren hacer. Yo he abandonado muchas de las cosas que me gustaría por los demás. Siempre quise meterme a clases de diseño, por ejemplo. El año que llevé un curso de ropa interior me gustó mucho, porque aprendí secretos de muchas cosas. Pero el factor económico es complicado, era mucho en tiempo y  mucho en dinero, y había otras prioridades en la casa. Coser es mi vida, yo paso metida en el taller inventando qué hacer, siempre estoy en la cocina o en el taller. A mí me habría gustado haber tenido títulos o haber estudiado la costura en ese sentido. Haber podido decir yo soy esto y esto, pero ni eso he hecho.

 

¿Le gustaría entonces llevar un taller de diseño?

Ya hablé con mi primera jefa para que ella me enseñe diseño, para dibujarlo como se ve así en las revistas.

¿Pero Ud. se ha puesto a pensar que ya lo hace?

Sí, pero no como yo quisiera. A punta de tutoriales en internet. Mi hija me busca tutoriales y yo los veo. Ahora paso metida sólo en el internet. Pero hasta eso, yo no me llevo con la tecnología, me ha costado mucho. Yo no sé usar tecnología, creo que soy todavía muy dependiente.

Y para terminar, ¿algo más que le gustaría compartir?

Hasta estos diez años yo siento que yo soy yo. Siempre le digo a mi hija, una mujer tiene que brillar con luz propia. Esto es como el parto, paso todo lo que paso, pero cuando las veo bailar a mí se me olvida todo. Su marido siempre me molesta cuando yo empiezo a decir que renuncio. Me dice: “esto me suena a un deja vú”. El flamenco tocó a mi puerta y yo le pido a Dios que bendiga el flamenco.

 

Nochebuena 1

 

No puedo cerrar esta entrevista sin dar las gracias, muchas muchas gracias a “la patrona” (como yo le digo de cariño), por todo el ejemplo que nos da como mujer que se supera y brilla con luz propia. Y sí, Hannia Amador Mesén: literalmente el flamenco tocó su puerta y también de forma literal, se robó su corazón.