El aprendizaje es un privilegio, tanto para quien enseña como para quien aprende. Quien estudia reconoce, relaciona, interioriza, pero también aporta variaciones. Quien guía transfiere, relaciona, al tiempo que reorganiza métodos y técnicas según sea la necesidad de sus aprendices.

El flamenco no escapa de esta interacción y su enseñanza es todo un arte, cargado de paciencia, esfuerzo, sensibilidad y todo el amor del universo mundial. Durante mis casi 8 años en la Academia Al Andalus, han sido estas cualidades visibles en mis profes, las que me han mantenido a flote.

Punta, tacón, tacón, tacón. No solo se trata de que la profe nos muestre el paso una y otra vez, sino que lo siga haciendo de forma armoniosa y atenta. Su paciencia es un regalo para nuestros momentos de frustración. El sentir su mirada sobre nuestro zapateado, buscando el error y alentándonos cuando entra en compás es sin duda un ingrediente clave en el éxito de nuestra permanencia.

From the top. Quien asiste a nuestra presentación final, se deleita con pulidos minutos de baile flamenco de gran nivel. Coreografías impecables, zapateados limpios, floreos completos, interpretación poderosa. Todo esto lo conseguimos a lo largo de meses de “darle y darle” como se dice popularmente. Una y otra vez. El esfuerzo es el segundo ingrediente indispensable. Esfuerzo por parte de quienes aprendemos y también de nuestras profes. Yo, por ejemplo, la miro, contando una y otra vez; revisando cada detalle, cada subida y bajada de brazos. Y me digo “Caramba, que vale la pena dar lo mejor de mí” y así es que, ante el cansancio, meto panza, levanto mentón, relajo hombros y comienzo de nuevo.

“Cada cuerpo y cada corazón son un mundo”. No todas las personas aprendemos de la misma manera. Tenemos ritmos distintos y capacidades diferentes. Muchas veces se coincide, pero gran parte del tiempo existe el desafío por parte de quien enseña de transferir conocimiento considerando estas significativas diferencias. En el baile lo anterior está presente. Por lo tanto, enseñar flamenco involucra un tercer ingrediente sumamente necesario alta sensibilidad, para escuchar, para observar, para corregir y para felicitar. Para reconocer cálidamente a cada persona como un ser humano único y construir empatía y vínculos de confianza. Esta cualidad debo escribir que es la que más ha calado mi camino en Al Andalus. A mis profes yo les tengo confianza.

Amar lo baila´o. Todas las anteriores cualidades y actitudes son reflejo de amor por lo que se hace. Si una no ama lo que hace, su trabajo, sus pasatiempos, las personas de alrededor, entonces es difícil vivir plenamente. En el proceso de la enseñanza-aprendizaje este es otro elemento clave. Sentir ganas de llegar a clase a pesar de una jornada dura, dar lo mejor de sí y trasmitir buena energía es sin lugar a duda la receta de una clase cargada de nuevo conocimiento y grata experiencia.

En el mes de mayo se celebra el Día Internacional de las Personas Trabajadoras y sin duda alguna las aprendices de Al Andalus nos sentimos honradas de contar con profes cuyo trabajo refleja altas cualidades humanas, las cuales contribuyen sustancialmente al éxito de nuestra academia. Ellas dan instrucciones, transfieren conocimiento y más aún nos involucran a partir del reconocimiento de cada una de nuestras particularidades.

¡Gracias Profes! Paola B.